- Agarrarte con la mano el dedo chiquito del pie luego de patear una mesa descalzo, no para el dolor. Igualmente lo vas a seguir haciendo.
- Estás esperando que te atiendan en la panadería o fábrica de pastas. Tenés el número 86 y lo sabés, sin embargo, cantan "73" y mirás tu número de reojo... Cantan "74" y mirás tu número... Luego "75", "76", "77" y seguís mirando tu 86... No te preocupes, todos hacemos lo mismo.
- Si nuestros padres nos engañaron al decirnos que Papá Noel existía, ¿Por qué ahora tenemos que creerles que no existe?
- Por alguna extraña razón, a los que atienden en los locutorios y cibers, no les gusta señalarnos la ubicación de la máquina que nos acaban de asignar.
- Cuando alguien se esté logueando a su mailera delante tuyo, en el momento en el que esté ingresando su contraseña, vas a evidenciar, incluso sobreactuar, el hecho de que no estás mirando el teclado.
- Cuando un amigo que hace mucho que no ves te llama de golpe sólo "para ver cómo andás", es fija que a los trés días te vuelve a llamar porque justo y "de casualidad" necesita pedirte algo.
- Cuando estás cantando el feliz cumpleaños y se aproxima la parte en que nombran al cumpleañero, siempre te adelantás un segundo para calcular las sílabas del nombre y ver si va a encajar bien o si van a tener que improvisar un diminutivo o usar el apodo o estirar la última vocal o algo. Lo curioso es que cuando ya te decidiste y empezás a pronunciarlo, automáticamente buscás con la mirada a otras personas para ver si elegiste lo mismo que la mayoría.
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